Carta Pastoral de Adviento 2011.
CARTA
PASTORAL DE ADVIENTO 2011
por el Reverendísimo + Luis Acuña, Coordinador año 2011.
para los Obispos de la Comunión de Iglesias.
Este
domingo pasado comenzo el tiempo litúrgico de Adviento. Señala el
Catecismo de la Iglesia que “al celebrar anualmente la liturgia de
Adviento, la Iglesia actualiza la espera del Mesías: participando en
la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles
renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida”. Nos preparamos
para celebrar el nacimiento de Cristo, el Mesías, en quien se
cumplieron las promesas del Antiguo Testamento. Y, a la vez,
esperamos que se cumplirá todo lo que Jesús nos ha prometido. El
Señor volverá y, entonces, quedará cumplido el tiempo de la
historia y la Iglesia entrará en su plenitud.
Con
Jesús, el Hijo de Dios, Dios ha entrado en nuestra historia y ha
redimido a la humanidad. Por la encarnación del Hijo de Dios, por su
muerte y resurrección, el reino de Dios ya está entre nosotros y a
nuestro alcance, y avanza hacia la plenitud.
El Adviento es el tiempo
propicio para profundizar en nuestro deseo y en nuestra espera de que
se realice en nosotros la redención que Cristo Jesús ya ha cumplido
y nos ofrece en su Iglesia. Por ello oramos para que Dios nos ayude
en nuestra necesidad de ver y sentir la promesa de salvación aquí y
ahora.Necesitamos
avivar o reforzar la esperanza.
Como nos dijo ya el beato Juan Pablo
II, muchas personas están
afectadas hoy por un oscurecimiento de la esperanza. Muchos hombres y
mujeres parecen desorientados, inseguros, sin esperanza; y muchos
cristianos están sumidos en este estado de ánimo. Se extiende el
miedo a afrontar el futuro, a asumir compromisos duraderos, a adoptar
decisiones de por vida, a abrirse al don de la vida. El vacío
interior y la pérdida del sentido de la vida atenazan a muchas
personas. En la raíz de la pérdida de la esperanza está el intento
de excluir de la vida a Dios y a su Hijo, Jesucristo.
Sin embargo, el
hombre no puede vivir sin esperanza: su vida, sin esperanza, se
convertiría en insoportable. Con frecuencia, quien tiene necesidad
de esperanza busca poder saciarla con realidades efímeras y
frágiles. La esperanza queda así reducida al ámbito intramundano;
es una esperanza cerrada a Dios; una esperanza que se contenta con el
paraíso prometido por la ciencia y la técnica, con la felicidad de
tipo hedonista, del disfrute del día a día y del consumismo, o la
huida en el sexo, el alcohol o las drogas.
Pero, al final, todo esto
se demuestra al final ilusorio e incapaz de satisfacer la sed de
felicidad infinita que el corazón del hombre continúa sintiendo
dentro de sí.Durante el Adviento, tiempo de deseo y de espera del
Señor, estamos invitados a volver nuestra mirada y nuestro corazón
a Dios, a escuchar su Palabra.
Adviento nos recuerda que tenemos que
estar listos para encontrar al Señor en todo momento de nuestra
vida. Adviento quiere despertar a los cristianos ante el riesgo
de dormirse en la vida diaria, de entretenerse en el momento presente
y de olvidar que estamos de camino hacia la casa del Padre, hacia la
consumación de todo al final de los tiempos.
Pero, ¿qué esperamos
de la vida o a quién esperamos? ¡Dime qué esperas y te diré quién
eres! En medio de nuestras oscuridades, de nuestras tristezas y
secretos, de nuestras dificultades y enfermedades, abramos los ojos y
tomemos conciencia de la presencia de Dios en el mundo y en nuestras
vidas. Él es la esperanza que no defrauda.
Con mi afecto y bendición,
+ Luis Alberto Acuña osb
Obispo Primado de Uruguay
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