Balance de la Gestión del Obispo Coordinador 2017
“Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar que tu
siervo se vaya en paz” (Lc 2,29)
Finaliza el año 2017 y con él mi permanencia en la
coordinación de la CITCA. Sin lugar a dudas, un año lleno de aprendizajes, de
experiencias, de conocer nuevas personas, de descubrir diferentes modos de ser
iglesia. A pesar del esfuerzo por aportar a la unidad de la Iglesia, mandato
del Señor (Jn 17,21) y objetivo de la CITCA (Estatuto, capítulo I, artículo 1)
creo que no logramos avanzar.
Ya en el último día de mi gestión, siento con todo el
peso apostólico, la reprimenda del apóstol Pablo (Gal 3). No siempre hemos
trabajado desinteresadamente por el Evangelio de Jesucristo y por su Iglesia,
eso produjo lesiones a la interna de la CITCA; el mandamiento del amor (Jn
13,34) y la enseñanza de la corrección fraterna (Mt 18,15-20) no hemos podido
desarrollarlos como corresponde a pastores que lideran comunidades eclesiales,
prueba de ello han sido los rupturas a la interna de la CITCA. A pesar de ello,
creo que el espacio vale la pena; creo que el esfuerzo por la unidad vale la pena;
creo que el trabajo por promover otra forma de relacionarse entre las diversas
comunidades de fe católicas vale la pena. Tal vez, el error estuvo en creer que
todos los líderes eclesiales teníamos el mismo objetivo; tal vez, el pensar que
todos teníamos la misma intensión; tal vez, el creer que todos entendíamos lo
mismo; tal vez, no todos entendimos la unidad en el mismo sentido. Ciertamente,
a pesar de las crisis, algunas iglesias decidimos continuar esta utopía,
aceptando que la invitación es para todas las Iglesias de tradición católica y
apostólica, pero reconociendo que no todas están dispuestas a dar los pasos
necesarios para protagonizar la unidad (Mt 22,14).
Sin lugar a dudas, y a pesar de las dificultades en el
relacionamiento de las Iglesias, ha sido un año de una experiencia riquísima
para todos y todas. Logramos concretar el Foro de Obispos; el Sínodo Ordinario
en Canelones y el Extraordinario en Corrientes; acordamos las Declaraciones de
Catolicidad, Apostolicidad, Sucesión Apostólica y Unidad en la Diversidad;
implementamos el primer Sínodo Virtual con acuerdos en aspectos de ética
cristiana; implementamos el primer Encuentro de clérigos y clérigas de la
CITCA; descentralizamos la concentración de poder existente en el Obispo
Coordinador a través de la creación de secretarías y la transmisión de la
Sucesión Apostólica de casi todas las Iglesias a todos los Obispos.
Hoy, último día del año 2017, sin lugar a dudas
podemos constatar dos realidades en el seno de la CITCA, por un lado la gracia de
Dios que se derrama incondicionalmente y misericordiosamente en nuestras
iglesias y por otro lado, la realidad de la limitación humana, que
identificamos con la imperfección o pecado que conspira contra la gracia; en
esa tensión entre las dos realidades, transita la experiencia vital de la CITCA
y de las iglesias que la integramos.
Agradezco a los Obispos que participaron a lo largo de
este año y a través de ellos, extiendo mi agradecimiento a las Iglesias que
ellos presiden y que tuve el honor de representar y coordinar a lo largo de
este año. Entrego al Obispo Ramón Álvarez de la ITAE la coordinación de la
CITCA a partir del día de mañana, 1 de enero de 2018, memoria de Santa María,
Madre de Dios, deseándole éxitos en su gestión y poniéndome a disposición de
acompañar y apoyar las acciones de la CITCA en todo lo que sea posible y que el
Sínodo IADC, que presido, me lo permita.
Finalizado mi año de servicio me despido en paz.
Bendiciones a todos y todas. Feliz y bendecido año 2018 al servicio del Señor
Jesucristo y de su Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica.
Uruguay, 31 de diciembre de 2017.
+Julio Vallarino, Obispo de la IADC
Coordinador de la CITCA para el período
ENE – DIC 2017.
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